Monday, November 20, 2006

Las mentiras de la ley de "educación sexual"

Joseph Goebbels, ministro de propaganda en la Alemania Nazi tenía un estilo de propaganda llamada “Big lie” (la gran mentira) que consistía en que si dices una mentira de colosal tamaño, la gente va a pensar que nadie es tan insensato para distorsionar la verdad de una manera tan grosera y finalmente la aceptarían como verdad.

Ya que los medios propagandísticos de los nazis movilizaron a millones de personas a tomar esos preceptos como suyos con excelentes resultados (en sentido propagandísticos, claro está), han servido de ejemplo para las generaciones posteriores y al parecer se la aplica ahora por Pascual del Cioppo y movimientos del Opus Dei que han arrastrado a sus estudiantes (entre esos los del Colegio Nuevo Mundo, etc.), de la manera que el MPD ha hecho por años, para que sin ningún tipo de reflexión critiquen la mal llamada “ley de educación sexual” cuando sabemos que es la ley orgánica de salud. (…sobre la ética de la educación pública y privada es un tema aparte).

El primer motivo que me hace dudar de la veracidad de las movilizaciones estudiantiles fue la experiencia que tuve para poder conseguir este proyecto de ley, ya que para conseguirla tuve que revisar en el congreso nacional, los proyectos pendientes y en los archivos del 30 de octubre finalmente lo encontré para la sorpresa que era una ley de 56 páginas de 259 artículos que solamente 10 de ellos son sobre la salud sexual y reproductiva (Capítulo III, del art. 20 al 30).

Se me hace difícil creer que tantas personas tuvieron el acceso a este documento y a leerlo completamente, ya que si realmente lo hubieran leído no les hubiera quedado duda de las magnas farsas a las que estaban defendiendo.

A continuación pongo a su consideración la columna de Emilio Palacio que fue publicada el domingo 19 de noviembre del 2006 en el Diario El Universo.

La verdad os hará libres
Emilio Palacio

Me costó conseguir el texto de la tan cacareada ley sobre educación sexual. (En realidad se llamará, si el Presidente la aprueba, Ley Orgánica de Salud). La persona que me lo dio me aseguró que era el texto definitivo, pero igual revisé todos los borradores que llegaron a mis manos. Al concluir la lectura, acudió primero a mi mente una frase de Jesús: La verdad os hará libres. Luego traté de imaginar qué es lo que realmente quiere Pascual del Cioppo, que tan empeñado está en involucrar a buenos ciudadanos y buenos católicos en un debate que no existe. En una mentira.No es cierto que la ley legalice el aborto. Lo único que encontré es que el Estado reconocerá que el “aborto en condiciones de riesgo” es “un problema de salud pública”. Un problema de salud es, hasta donde entiendo, un mal que requiere de soluciones. ¿Dónde está el crimen en sostener algo así?No es cierto que la nueva ley obligue a los médicos a practicar abortos. Lo que sí incluye es una disposición por la cual “los servicios de salud” no podrán negarse a interrumpir un embarazo “en los casos previstos en el Código Penal”, ni podrán negar atención médica a mujeres “con un aborto en curso” debidamente diagnosticado “por el profesional responsable”.Imaginemos que una mujer llega a una clínica y requiere de un aborto en las circunstancias excepcionales permitidas actualmente por la ley. Por ejemplo, si peligra la vida de la madre. En esas condiciones el “servicio de salud” deberá atender a la mujer; es decir, no dejará que muera. Pero no será una decisión arbitraria de nadie, sino del “profesional responsable”.No es cierto que la ley quiera difundir en la juventud una concepción promiscua del sexo. Lo que manda es a que se imparta la materia de salud sexual en las aulas, para fomentar una “paternidad y maternidad responsables”. La ley no incluye textos de educación sexual, sean estos promiscuos, santurrones o científicos. Esa tarea recaerá en manos del próximo Ministro de Educación, que tampoco podrá hacer lo que le venga en gana.No es verdad, por último, que la ley fomente el matrimonio entre homosexuales. Los gay, como se dice ahora, simplemente no aparecen.Así que, repito, no entiendo qué es lo que quiere Pascual del Cioppo. Su afán desesperado de protagonismo político debería tener límites. Eso de sacar a niños y adolescentes a las calles, irresponsablemente, para que “opinen” con carteles y consignas preparadas por adultos, sobre un proyecto del que poco entienden, ¿no es muy similar a lo que hacen los chicos de colegios fiscales cuando gritan contra el TLC y disgustan a Del Cioppo? Esta ley, si mi opinión interesa, es irrelevante. Si se la aprueba o veta, nada importante cambiará, porque lo que hace falta no son leyes sino buenos gobernantes. Pero no puedo quedarme callado cuando se niega una propuesta con mentiras. La verdad es indispensable para todos, para los que creen en la fe, para los que creen en la vida y para los que creen en la democracia.Quizás el diputado socialcristiano está sinceramente convencido de que las mentiras se perdonan cuando las dice el chico bueno. Pero entonces no ha leído a Jesús: La verdad os hará libres; la mentira os hará esclavos.Lamentablemente, las malas costumbres que se aprenden en la vida política, se contagian rápidamente al resto de la vida social.

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