Thursday, March 29, 2007

El hombre-masa y la gobernabilidad en Ecuador.

El Ecuador es un país que caracteriza por su fragilidad institucional y la rápida pérdida de legitimidad de los dignatarios de elección popular que nos ha llevado a una sucesión de derrocamientos extraconstitucionales.

Para aclarar el tema de gobernabilidad, que siempre se caracteriza por la tendencia a difuminar su concepto para darle connotaciones de buen o mal gobierno quiero conceptualizar esa idea.

Según Michael Coppedge[1], la gobernabilidad es el grado en que las relaciones entre los actores poderosos obedecen a unas fórmulas estables y aceptadas.

Los actores poderosos son considerados aquellos que tienen la capacidad (económica, de convocatoria, política, de manipulación de ideas, etc.) para crear disturbios públicos o que debiliten la institucionalidad de un Estado.

Por fórmula se entiende reglas que manejan los conflictos que surgen entre dos o más actores y estas pueden ser formales (en forma escrita) o informales (entendimientos que no son necesariamente escritos)

El último elemento nos habla de una aceptación de estas fórmulas estables, lo cuál no quiere decir que sea justa o que sea bien vista por los actores involucrados en el problema, sólo requiere que se obedezca la fórmula y no se la trate de cambiar.

Superado el problema de la heterogénea conceptualización de la gobernabilidad, nos podemos acercar a la coyuntura actual en Ecuador, donde la pugna de poder enfrenta al poder ejecutivo y al legislativo llevando en marejada al judicial también.

Pero el problema no es solamente de la relación de poder Ejecutivo-Legislativo, fuera de este círculo de poder conferido existen los poderes fácticos que son determinantes en la estabilidad y fortaleza de las instituciones que componen el sistema.





Los empresarios con sus factores de producción, la banca y su capacidad de desestabilizar la economía, los militares y policía como dirimentes y garantes de la democracia, los medios de comunicación y su capacidad para influenciar la opinión pública, las corporaciones multinacionales, las organizaciones burocráticas, etc.

Agustín Cueva se preguntaba en su libro: “Las democracias restringidas de América Latina”[2] ¿Qué poder de decisión tiene el ciudadano común y corriente en un país subdesarrollado sobre un movimiento económico y político que escapa no sólo las dimensiones de su unidad productiva, de su barrio y de su pueblo, sino también del ámbito de su nación?

La idea de democracia directa ha quedado superada hace muchas civilizaciones atrás y por la logística y el ritmo de decisiones que se debe tomar para gobernar en la actualidad es un sistema de gobierno atávico.

La idea de pueblo que se busca es la que nos muestra José Ortega y Gasset en su libro la “Rebelión de las masas”[3], un tipo de sociedad conformista que se siente orgullosa de ser parte de una masa, de un ideal impuesto por una minoría que guía a esta masa cual pastor a su rebaño y arremete a todo aquél que no pertenece ciegamente a esta masa.
La masa arrolla a todo lo individual, lo diferente, lo calificado y selecto, esta masa estigmatiza y pronuncia frases como: “Aquellos que no estén con nosotros está contra nosotros” cualquier otra visión distinta a la de la masa es una visión errónea y atentatoria.

José Ingenieros nos recordaba en su libro “El hombre mediocre”[4] que siempre es la visión de unos pocos que buscan arrebañar más personas que pueden sumar una gran masa dispuesta a ser controlada más no comprender.
Por esto Ingenieros nos demuestra la importancia social del hombre mediocre en la sociedad para la imposición de un sistema de poder de unos pocos sobre una mayoría sombría y difusa.

En la coyuntura actual, la movilización de las masas es una gran fuente de poder que dentro del concepto de Coppedge, que especifiqué anteriormente, es una fuerza con alta capacidad para crear disturbios en la institucionalidad del Estado y que no están dispuestos a obedecer las reglas formalmente establecidas como las leyes, normas, constitución u organismos estatales.

El peligro de las grandes movilizaciones creadas por el gobierno actual no es solamente el uso de la fuerza para pasar por el atajo la constitución, sino que este apoyo popular desborde la misma popularidad del presidente que como sabemos en Ecuador se pierde rápidamente y por la confrontación actual de poderes ha disminuido hasta llegar a un 70% según últimas encuestas de CEDATOS, pero las masas necesitan ser canalizadas o se vuelven rebeldes y como dice Ortega y Gasset, pretender la masa actuar por sí mismo, es rebelarse contra su destino y por ende la rebelión de las masas.

El descontento generado por la insatisfacción de las necesidades o por el incumplimiento de las promesas ha sido un componente detonante de varias crisis que terminaron con la destrucción de distintas instituciones, pero en el libro Ecuador: un problema de gobernabilidad de CORDES[5], estos levantamientos se los consideran como una muestra de democratización del Estado demostrada por el crecimiento de personas que exigen el cumplimiento de sus derechos establecidos en la constitución pero no hay un crecimiento de la institucionalidad estatal que se equipare a ese crecimiento de las personas que buscan la inclusión democrática y esa búsqueda llega a presionar para que se amplíen los espacios de contacto entre el gobierno y la sociedad.

De esta manera se logra explicar en algo los frecuentes levantamientos en búsqueda de ese ideal (Asamblea Constituyente) imaginado por un pequeño grupo de personas y que es desconocido en su mayoría aunque defendido a palos y piedras.

La idea de la inclusión en la reestructuración del Estado está latente, pero nos enfrentamos ante el gran dilema de la representación y el cómo hacer que 130 personas representen a más de 12 millones.
Arrogarse representación es un acto altamente falto de ético además de inconstitucional, ya sea esta verde, amarilla, naranja, roja, kaki o multicolor.

No dejemos que se venda la idea de pueblo como un pequeño partido, movimiento u organización social.



Nosotros, estudiantes universitarios debemos ser los primeros forjadores del futuro que nosotros creemos ideal, no dejemos que el hombre masa, ni el hombre mediocre nos venza con su fuerza, aprovechemos esa fuerza con la guía de nuestras luces.

Investiguemos por nuestra cuenta, debatamos sobre los asuntos que nos concierne como país, dudemos por sobre todas las cosas, no dejemos que los dogmas se impongan porque el camino de la verdad nunca se lo alcanza por medio de los dogmas ni de la fe, solamente por medio de la ciencia y la razón podremos llegar a la verdad.

Esa es la única manera de ser verdaderos ciudadanos y no simples hombres y mujeres masa.

Marcel Gross P.
[1] Instituciones y gobernabilidad democrática en América Latina, Ed. Síntesis 22, pág. 61-88
[2] Cueva, Agustín, Las democracias restringidas de América latina: Elementos para una reflexión crítica, Ed. Planeta Letraviva, Quito – Ecuador, 1988
[3] Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas, Ed. Orbis, Barcelona – España, 1983
[4] Ingenieros, José, El hombre mediocre, Ed. Losada, Buenos Aires – Argentina, 1977
[5] Varios autores, Ecuador: un problema de gobernabilidad, Ed. CORDES, Quito – Ecuador, 1996

Tuesday, March 20, 2007

¿Solución a la actual crisis? Congreso vs. Presidente y "tse"

La solución a la actual crisis política sabemos que no es jurídica, es política.

Si fuera jurídica, bastaría la actuación del tribunal constitucional (TC) que declare que la destitución del presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE) fue inconstitucional porque la única forma de sacarlo era por medio de juicio político y por la otra parte la destitución de los 57 diputados tampoco es constitucional ya que ellos se basan en la ley de partidos políticos y elecciones que es de orden inferior a la constitución que asegura la independencia de los distintos órganos de poder según el artículo 272 de la constitución política del Ecuador.

No se puede borrar una acto inconstitucional con otro.

Los grandes actores en este conflicto son el poder ejecutivo y el desgaste y malas prácticas del legislativo.

La destitución de los 57 diputados se la hizo a dedo por el ejecutivo y vemos como algunos de los diputados que fueron destituidos no votaron a favor de la resolución que destituía al presidente del TSE y otros no estuvieron presentes, ni siquiera en el país cuando se tomó esta decisión.
Además que la votación fue de mayoría simple donde solamente se cuentan las manos más no se anotan los nombres y no hay actas que determinen quién votó a favor o en contra de esa resolución inconstitucional

La estrategia de Correa desde que asumió el poder ha sido seguir desgastando a los grupos que hacen oposición porque él sabe que la legitimidad del presidente en Ecuador y en América Latina en general, se corroe rápidamente y si quiere hacer la asamblea constituyente, la tiene que hacer lo más pronto posible para no seguir perdiendo el apoyo popular.

La crisis no se resuelve principalizando a los diputados alternos tampoco, porque eso significa que estamos aceptando una acción inconstitucional, puede que se apacigüen las marchas (que son organizadas por los grupos de choque del gobierno como el MPD, Alfaro Vive, Movimiento Revolucionario Bolivariano, Pachakutic y Alianza País.) pero la crisis continúa, el problema no es de violencia sino del sistemático rompimiento de la constitución en el país.

He visto a los diputados que por medio de la presión, agresión, violencia, etc., han depuesto sus posiciones y han flexibilizado su enfoque pero el presidente que basa su gobierno en lo que le dicen las encuestas de popularidad no ha flexibilizado sus posiciones.

Hasta dijo que él no aceptaría la resolución dirimente del TC, y estaría dispuesto a usar sus grupos de choque para hacer que la ley a la fuerza le favorezca.

Mientras la popularidad de Correa esté tan elevada como está (72% según encuestas de Cedatos de hace 3 días) y la del congreso tan disminuida (7% con la misma encuesta) estas cosas van a seguir ocurriendo, porque la confrontación ha sido una estrategia que le ha servido de mucho al presidente ya que eso le contenta al pueblo y le da popularidad.

Esta crisis se solucionaría cediendo posiciones el legislativo y el ejecutivo, pero la gran crisis de irrespeto a la constitución no está cerca de solucionarse.


Marcel Gross P.

Tuesday, March 13, 2007

¿Puede Correa perder la asamblea?

Los caóticos eventos que han venido sucediendo desde que el actual presidente asumió el mandato se dan por una razón, la consolidación del poder.
Las prácticas no han sido distintas ni en otros lugares, ni en otros tiempos, esta no es la primera vez que el congreso actúa de esta manera y no es el primer gobierno que se cree el fundador de la patria y por ende con el derecho de ser el autor de esa refundación.

Los presidentes en Ecuador pierden popularidad muy rápidamente (hice un trabajo de pérdida de legitimidad del ejecutivo en Ecuador en Cie. Pol. 1 donde explico alguna de sus causas) y de eso está consciente Correa y sabe que para consolidar su proyecto de “gobierno” tiene que hacerlo lo más rápido posible sin importar los medios.

Correa no tiene congresistas de Alianza País y eso le cuesta mucho, por eso podemos ver los acuerdos que tiene que hacer, similares a los que se han hecho a través de la historia y que él tanto ha criticado.

La fuerza de Correa está con los llamados grupos sociales y el manejo de las encuestas está atento al movimiento errático de la opinión pública y va saltando de grupo en grupo contentándolos y esperando su apoyo para la asamblea e implementar su visión de país.

Ahora que Correa comienza a saborear los plenos poderes vemos los famosos discursos como los de Bush antes de la guerra de Irak, “están con nosotros o contra nosotros” sin espacio a disidencia, sin grises, o es blanco o es negro, una deformación del diálogo que es primordial en la democracia.

Vemos las consecuencias de esta deformación que se convierte en violencia, es inexplicable que no se pueda hacer gobierno desde la oposición porque son vejados, acosados y perseguidos los que tienen posturas distintas a la del gobierno.

Cuando se estaban repartiendo las comisiones en el congreso nacional, la mano “armada” de los grupos políticos salieron a intimidar a los congresistas, cuando pasaron la consulta al TSE, llegaron los grupos a intimidar al TSE y están listos a presionar e intimidar a todos los grupos que estén contra el gobierno, sea oposición constitucional o no.

No redimo al congreso por los actos ilegales que han hecho en este gobierno, pero cuando ellos aceptan sus errores y buscan redimirlos políticamente o jurídicamente se encuentran con un ejecutivo inflexible que busca que haya mayor violencia y desprestigio del congreso y de los partidos a costa de los que se le pongan al frente.

Cuando se forme la asamblea, sea esta constitucional, constituyente, inconstitucional, de facto o como sea va a tener grandes presiones de ser llevada por el lado de Gutierrez, de Noboa, del PSC y por Correa.

Correa ya ha tratado de chantajear al pueblo de votar por sus asambleístas o de lo contrario él se retira del poder, entonces, ¿ya no se acepta la derrota democrática en la democracia?

Cuando la asamblea esté sesionando y en el caso hipotético de que los asambleístas pro-gobierno no ocupen la mayoría de curules,¿dejarán los grupos sociales actuar a los asambleístas como les manda sus conciencias?

No lo creo, por eso auguro que gane o pierda Correa en el control de la asamblea, él tiene las de ganar.
Se ahorra un año de gobierno hasta que encuentre otra diversión en qué ocupar la opinión pública.
Si el resultado de la asamblea es un desastre sabemos que la culpa va a ser de la partidocracia y si es un éxito, él se lo va a adosar y a su “chusma” (recordando a Velasco Ibarra).

Recuerdo las frases de Ibarra cuando decía que él no podía gobernar con las leyes vigentes y se declaró dictador con el apoyo de las FFAA, seguramente Correa piensa lo mismo y cuando cambie los artículos que quiera cambiar ahí sí va a poder gobernar, seguro piensa que son las leyes y no las personas que hacen los gobiernos, esperemos que yo sea el equivocado.

Marcel Gross P.

Tuesday, March 06, 2007

Democracia de las encuestas

Desde antes de que Correa asuma el poder en su campaña electoral, yo siempre comentaba con las personas acerca de lo que él llamaba democracia directa o el gobierno de las encuestas. Todas las acciones que Correa tomaba en la campaña quedaban supeditadas semana a semana a lo que determinen las encuestas y tuvo un excelente resultado electoral pero al parecer continuamos en una campaña electoral ahora con la asamblea y las decisiones del presidente siguen supeditadas a la democracia de las encuestas, saltando de opinión en opinión.
Esa no es forma de gobernar, convertir los deseos de las masas en políticas de gobierno, semana a semana sus deseos cambian mientras que las políticas deberían de ser a largo plazo para buscar una estabilidad y previsibilidad.

Ahora con la nueva noticia, que es la provincialización de Santa Elena, Hernan Pérez Loose el día de hoy 6 de Marzo del 2007 en el diario El Universo, escribe un artículo llamado “Un nuevo jugador” que recoge mis inquietudes y las de muchos que no creemos en los faranduleros del poder, ni los que se arrogan la voluntad popular, ni de los que se vanaglorian de una supuesta moralidad superior mientras las prácticas siguen siendo las mismas.

A continuación les adjunto el artículo para que lo lean y lo comenten.

Marcel Gross P.


Un nuevo jugador


“No creo que las provincializaciones sean la solución…”. Esto no lo dijo algún “pelucón” guayaquileño sino el Presidente de la República. Sin embargo, procedió a firmar el proyecto de ley que provincializaría Santa Elena porque así se lo ha pedido el pueblo y eso –hacer lo que pida el pueblo– es ser demócrata. No importa estar convencido de que lo que hago sea un error, y que más bien vaya a causar un daño. Eso es secundario. Las encuestas son lo importante.¡Qué decepción! Los que sinceramente creían que finalmente se había desterrado la demagogia con el advenimiento de un gobierno de izquierda ilustrada; que no íbamos a tener las viejas prácticas politiqueras de doble discurso que tanto daño han hecho (como esto de que hago algo que sé que es un error pero lo hago porque el pueblo lo pide…); cuando muchos pensaban que se iba a gobernar no con los ojos puestos en las siguientes elecciones, como ha sido siempre, sino con la mirada en el futuro, lo sucedido en La Libertad ha revelado las dimensiones de un enorme error. Jamás pensamos escuchar de una persona que se precia de su formación intelectual y académica, decir y hacer algo semejante.Aquí está una de las razones por la que buena parte de la ciudadanía, jóvenes especialmente, se siente defraudada de la política. La imagen que se tiene de ella es de una actividad en la que, por algún designio ininteligible, sus actores hacen cosas en las que íntimamente no creen pero que terminan haciéndolas por el prurito de “agradar”, de mantenerse populares, de ver si divido el voto de tal región para ganarme el voto de la otra, o por otros motivos similares que nada tienen que ver con el bien común.Frente a semejante comportamiento, resulta casi irrelevante discutir si el proyecto de provincialización es bueno o malo. (Su propio padrino ha admitido que es un error…). Lo relevante ha sido la oportunidad que nos ha dado este hecho para descubrir el prisma por el que debemos ahora observar y comprender las acciones del Ejecutivo. Cuando el líder de un Estado dice con todo desparpajo que hace algo en lo que no cree y admite que es un error, pero que lo hace porque el “pueblo” se lo pide, y proclama que eso es ser un “demócrata”, ese Estado está sencillamente destinado a fracasar. Nunca hasta ahora (salvo en las novelas de George Orwell…) habíamos pensado que podía un político invocar a la democracia como justificación para infligirle daño a una sociedad.Por ello es que los “sepultureros de la Patria” están de pláceme. Respiran aliviados porque el que se ha subido a la tarima ha resultado ser otro de ellos. Puede que hable diferente, pero al fin y al cabo lo que ha sucedido es que simplemente ha ingresado un nuevo jugador, a la misma cancha, para jugar el mismo partido, con las mismas reglas. ¡Vaya qué destino el nuestro!